Cine: Ágora. una lección de humanidad

"Si dos entes son iguales a un tercero, todos son iguales entre si". De esta manera recuerda Hipatia a uno de sus alumnos que todos eran hermanos. Porque todos eran personas. A pesar de las creencias, las familias o las costumbres.
Esa es una de las lecturas de la muy recomendable película "Ágora". Cuenta también algunos relatos humanos de personajes tanto históricos como cinematográficos. 
Este tipo de "añadidos no históricos" en forma de personajes o de guión despistan al espectador. Bien es cierto que es habitual en el cine y en la novela histórica. Este hecho fue aprovechado para acusar a Amenabar de engañar y representar ideas anticristianas. ForumLibertas.com

Las supuestas pruebas son: la edad del personaje de Hipatia que no encaja con la edad de la actriz y que su muerte fue en un tumulto callejero y no ante un altar. Casualmente los dos aspectos son explicados por Alejandro Amenabar en la versión del director. Y en ambos existe una justificación estética que decide el guionista y como tal decisión explica sabiendo que es un criterio cuestionable. 

De ahí a esa motivación de engañar que titula el artículo en cuestión, sin duda tiene que haber mala fe de por medio. Recordemos que precisamente la honestidad profesional es un rasgo de Alejandro Amenabar. Recomendamos sus versiones del director en las que hace gala de ello. El caso más conocido es el plano de "Abre los Ojos" con la Gran Vía madrileña vacía, en la que Amenabar cuenta como se les cuela una persona en una terraza. De no ser por su explicación la mayor parte del público no hubiera reparado en ello.

"Ágora" no enseña los mismos planos de carros cargados de cuerpos (siglo IV  d.C.) que después, en el siglo XX podríamos ver en "La lista de schidnler". En otras palabras que de no estar vigilantes todo aquello podría volver a repetirse.

Hemos de desconfiar de cualquier organización que nos predisponga contra otros para reafirmarse: clubes de fultbol, empresas, ONG´s, iglesias, gobiernos, partidos políticos. 
Nos referimos, claro está, a cualquier forma de fanatismo que nos haga mirar con prejuicios a los demás, a crear barreras para conseguir que digamos: "ellos y nosotros". 

Porque aunque pensemos y actuemos de forma diferente no podemos pasar por alto el respeto a la diversidad en cualquiera de su formas. 

Porque al final: "Si dos entes son iguales a un tercero, todos son iguales entre si"

"A mi nadie me saca los colores"


El otro día oí esa frase, que en algún momento creo también haber dicho. Mi buen cliente se refería a que el pondría todo de su parte para que saliese bien y aplicar la nueva estrategia comercial. 

Hasta ahí la intención es buena. El problema es que barruntamos en nuestro cerebro un iniciador del miedo que los más extremistas manifestarían como: "si no sale bien, me muero". Con esa idea en la cabeza apoyada por otras como "tiene que salir bien" en vez de "haremos lo que esté en nuestra mano para que salga bien", la presión aumenta. Aquí es donde viene el problema.


Con esta disposición difícilmente estaremos dispuestos a reconocer errores. Ante la negación podemos buscar culpables y causas ajenas a nuestro fracaso. Incluso nos afianzaremos en éxitos parciales para justificarnos. 

Pero además estamos con "la escopeta cargada" por si alguien nos hace una crítica. En ese momento estaremos preparados para defendernos sobre todo. No para escuchar, no para negociar, no para asumir errores: estaremos sólo preparados para defendernos. 

Cuando asumimos que somos más parecidos a los demás de lo que queremos hacer ver,incluso en sus debilidades, entonces nos quitamos un peso de encima. Aún con errores.