Teletrabajo: lo que no nos esperábamos

Algunas personas ven el tele-trabajo como la solución a la conciliación de la vida laboral y personal. Pero esta posibilidad que puede ayudar de forma importante, tienes sus propios inconvenientes.
El más temido por algunas empresas era la disminución de la productividad. Lo más temidos por los trabajadores la disciplina personal. 

He conocido un caso que me ha llamado la atención.

Isabel es disciplinada, se organiza muy bien y además de cumplir con sus objetivos, es comercial de suministros industriales, hace aportaciones cualitativas a la organización.
Desde hace unos meses y por sorpresa, en su empresa deciden cerrar las oficinas comerciales. Poco más de un mes, media entre el anuncio y encontrarse trabajando desde su casa. Esto no ha ayudado a que ninguno de los afectados tuviera una predisposición positiva al cambio claro.

Tras los meses de verano, en que toda la rutina se ve algo alterada me encontré de nuevo con Isabel. - ¿cómo va todo?.-  Le pregunté como siempre que nos encontramos. Ella tomo aire y sin respirar me espetó.- …y en el trabajo las ventas van bien. El problema es que se me cae la casa encima. Antes mi marido y yo teníamos repartidas la tareas: uno compraba, otro cocinaba, uno llevaba al niño, otro lo recogía… ahora como tengo horario flexible, mientras hablo por teléfono me ocupo de la casa, como estoy cerca voy a comprar, mi marido ya no tiene necesidad de ponerse una hora para terminar de trabajar y llega más tarde…- Y así siguió durante 10 minutos.

La realidad de un tele-trabajo, no solicitado, se ha vuelto una carga inesperada para Isabel.
Estaba preparada para no caer en malas rutinas como levantarse tarde o ver más televisión. Sin embargo nadie le advirtió de otros inconvenientes:
-          Sus relaciones sociales cotidianas han disminuido.
-          Disponer de más tiempo ha implicado asumir mayores obligaciones familiares.
-      No le ha facilitado más tiempo para si misma.
-          No tener necesidad de arreglarse para ir a trabajar le ha facilitado una situación de no prestarse atención así misma.

Para paliar los efectos del aislamiento, el equipo decidió reunirse informalmente una vez a la semana en una cafetería. La primera semana, todos acudieron vestidos como solían hacerlo a la oficina. A partir de la segunda los pantalones cortos y las chanclas predominaron. Ahora  incluso si alguno acude vestido más formalmente a la vuelta de un cliente, es motivo de cachondeo entre el grupo. Así que los efectos sobre Isabel no han sido algo aislado. Algunos miembros del equipo sufren las mismas dificultades.

Ver realidades así sugiere múltiples reflexiones en distintos sentidos.
-          Que socorrido era el horario de trabajo a la hora de evitar compromisos y obligaciones.
-          ¿Quizás la disciplina externa era fuente motivación para la acción?. Ahora todo queda en manos de mi responsabilidad.
-          Después de mucho tiempo de obligación en obligación, ¿se utilizar el tiempo obtenido como premio de la racionalización del trabajo? ¿Qué hay más allá del trabajo?.
-          Con flexibilidad horaria o tele-trabajo podrá mejorar la educación de los hijos o mi relación de pareja. ¿Mejorarán ahora?.

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