Y a mi ¿quién me motiva?


Venimos hablando en los últimos días de la forma adecuada de equilibrar el refuerzo positivo y negativo para facilitar la motivación de nuestro equipo.

Este es un tema que he tratado cientos de veces en seminarios desde hace más 10 años. Una estadística mental me diría que el 99% de los casos, alguien formuló esta cuestión: “y a mi ¿quién me motiva?”. Se trataba de mandos o directivos cuya misión incluía actuar sobre la motivación de sus equipos.

En otras ocasiones, el auditorio eran primeros ejecutivos o empresarios. Y se repetía la misma pregunta.

En el primero de los casos tenían la posibilidad de responsabilizar a sus respectivos mandos. No obstante, a los que además de responsabilizar a otros y poder quejarse un rato, querían hacer algo al respecto, los podemos pasar al segundo grupo.

¿Quién motiva al presidente? ¿Al director general? ¿Al empresario? ¿Al entrenador? ¿Quién a líder un grupo musical? ¿Y a un autónomo?.

Mi respuesta siempre fue: “no lo se. ¿y tú qué piensas”. Teniendo en cuenta que no tienes a nadie a quien hacer responsable de tu motivación. ¿Quién puede actuar sobre ella?.

En definitiva, tenemos a un grupo de personas que deben motivar a sus equipos. Pero… ¿Puedo motivar sin estar motivado?

La respuesta es no. Algunos participantes confundían motivar con aparentar motivar. Actuaban aplicando técnicas que no sentían, diciendo palabras que no encajaban con su comunicación no verbal.

Hemos de tener en cuenta que con sólo un contacto de 5 segundos, es suficiente para trasmitir nuestro estado de ánimo. No se puede aparentar motivación, nuestro cuerpo nos delata más allá de las palabras prefabricadas.

En sentido contrario, cuando nuestra motivación resuena como el sonido de una guitarra en la caja, no es necesario decir mucho para motivar.

¿Por qué ocurre esto? Porque la pasión es contagiosa.

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